El espejo del horizonte es una imagen material. Es una invitación para que nuestro ojo rebote hacia el cielo. Los antiguos trazaban un marco en el aire y leían el futuro en el vuelo de los pájaros dentro de este templo imaginario. El invento de Michel Herreria hace bajar de las nubes esta figura. La imagen material del espejo y la imagen formal se deslizan una sobre otra, una en
el otro. Estamos aquí tratando de captar esta geometría incierta y toda la magia que está en juego aquí. Es una máquina de ensoñación, una máquina de ilusiones, que literalmente perfora la imagen apacible del lugar y crea incertidumbre en la percepción de este bello trazado. Un trastorno que revive lo que ya no sabemos ver por costumbre y hace tangible lo que no vemos.